-Que viene el lobo- dice una conocida fábula. Y en estos tiempos que corren podría terminar –bueno, pues cuando venga ya veremos lo que hacemos-.
Hace ya algunos inviernos que cada vez escucho con más frecuencia la frase “¡qué bien! 20 graditos y con sol, ya podría estar todo el invierno así” entre los pobres urbanitas que no entienden por qué ha de hacer frío y sobre todo, ha de llover y nevar en invierno. No entienden por qué no pueden disfrutar de la playa, lucir palmito, etc. en diciembre, enero o febrero pero, es curioso, a su vez tampoco entienden por qué cada día están más caros los productos básicos del campo, por qué el agua de grifo sabe peor y es más cara y, por supuesto, ni se plantean que van a conocer en un futuro no muy lejano serias restricciones, problemas de abastecimiento, encarecimiento y carencia de ciertos alimentos, etc.
Basta con salir de las ciudades y conocer un poco la vida y el entorno rural para tener conciencia del problema en términos de pasado, presente y futuro.
En un país sumido en un proceso de desertización cada vez más veloz y con la cultura instalada del “angulas para hoy y hambre para mañana” no estaría de más unas políticas revisadas, profundas y que ahondasen en la sensibilización del populacho (nosotros) a cerca de la gestión del agua: su aprovechamiento, ahorro -sobre todo-, racionalización del uso, previsión y necesidad; como fuente real de riqueza.
Qué ironía supondría la felicidad de encontrar a la gente verdaderamente triste y preocupada por la escasez de frío y precipitaciones abundantes durante los meses correspondientes.
Sería un buen comienzo.
El Listillo De Turno.
Hace ya algunos inviernos que cada vez escucho con más frecuencia la frase “¡qué bien! 20 graditos y con sol, ya podría estar todo el invierno así” entre los pobres urbanitas que no entienden por qué ha de hacer frío y sobre todo, ha de llover y nevar en invierno. No entienden por qué no pueden disfrutar de la playa, lucir palmito, etc. en diciembre, enero o febrero pero, es curioso, a su vez tampoco entienden por qué cada día están más caros los productos básicos del campo, por qué el agua de grifo sabe peor y es más cara y, por supuesto, ni se plantean que van a conocer en un futuro no muy lejano serias restricciones, problemas de abastecimiento, encarecimiento y carencia de ciertos alimentos, etc.
Basta con salir de las ciudades y conocer un poco la vida y el entorno rural para tener conciencia del problema en términos de pasado, presente y futuro.
En un país sumido en un proceso de desertización cada vez más veloz y con la cultura instalada del “angulas para hoy y hambre para mañana” no estaría de más unas políticas revisadas, profundas y que ahondasen en la sensibilización del populacho (nosotros) a cerca de la gestión del agua: su aprovechamiento, ahorro -sobre todo-, racionalización del uso, previsión y necesidad; como fuente real de riqueza.
Qué ironía supondría la felicidad de encontrar a la gente verdaderamente triste y preocupada por la escasez de frío y precipitaciones abundantes durante los meses correspondientes.
Sería un buen comienzo.
El Listillo De Turno.
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